La desigualdad en Argentina es uno de los mayores flagelos a revertir, especialmente en las regiones del Noroeste (NOA) y Noreste (NEA) que son históricamente las más desfavorecidas.
Este es el resultado de políticas públicas insuficientes, bajo nivel de industrialización y acceso limitado a la educación y la salud.
El cuadro económico del país muestra marcadas diferencias entre las provincias. Mientras algunas destacan por sus polos industriales, desarrollos tecnológicos, actividades turísticas y concentración de riquezas, otras enfrentan verdaderos dramas estructurales que limitan su crecimiento.
Estos contrastes están determinados por factores como la disponibilidad de recursos naturales, el acceso a infraestructura y la diversificación de actividades productivas.
Las desigualdades impactan directamente en los niveles de pobreza y calidad de vida de sus habitantes. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), las brechas regionales son alarmantes, planteando interrogantes sobre las condiciones socioeconómicas del país.
De acuerdo a las mediciones del INDEC y la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), Chaco es la provincia más pobre del país, particularmente en el aglomerado urbano de Gran Resistencia, donde el 76,2% de la población vivía bajo la línea de pobreza en el primer semestre de 2024. Esta cifra, que representa a tres de cada cuatro habitantes, es un reflejo de las profundas desigualdades estructurales que afectan al norte argentino.
La situación precaria en el norte argentino no es exclusiva del Chaco. El INDEC consignó que otras jurisdicciones, tales como Formosa (67,6%) y Santiago del Estero-La Banda (65,9%) presentan niveles de pobreza alarmantes.