Las recientes Pruebas Aprender Secundaria 2024, en las que participaron estudiantes de 5º y 6º año, volvieron a disparar señales de alerta, ratificando la pobre situación del sistema educativo argentino.
Los resultados son un crudo reflejo de una aguda crisis en los procesos de enseñanza y aprendizaje, especialmente en áreas fundamentales como Lengua y Matemática.
Los datos correspondientes al año pasado, muestran un preocupante derrumbe del 8% en Lengua respecto a los registros de 2023. Esto significa que uno de cada tres estudiantes no logra alcanzar un nivel aceptable de comprensión y expresión en su propio idioma. Un panorama que, de por sí, es alarmante.
Sin embargo, la situación se torna aún más crítica en Matemáticas, donde las cifras son desoladoras. Apenas un 14,2% de los alumnos alcanza un nivel satisfactorio.
Esto implica que la inmensa mayoría de los adolescentes finaliza la secundaria con serias deficiencias en razonamiento lógico y resolución de problemas, habilidades esenciales para cualquier desarrollo futuro.
Estos resultados no hacen más que reafirmar una dolorosa realidad: el desempeño escolar continúa profundamente atado al nivel socioeconómico.
La brecha educativa se amplía, condenando a los estudiantes de menores recursos a mayores dificultades y limitando sus oportunidades de ascenso social.
Las Pruebas Aprender, lejos de ser un mero trámite, se consolidan como un termómetro que mide la salud de nuestra educación. Y la temperatura que marcan hoy es de fiebre alta.