Señales de alerta se hacen más que evidentes en la endeble estructura económica argentina. Las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA), perforaron el simbólico piso de los 40.000 millones de dólares, tras el reciente pago de 4.200 millones de dólares a bonistas privados, en concepto de compromisos de deuda externa.
Esta salida de divisas expone la delicada situación financiera del país, en un contexto de escasa acumulación de reservas.
La sangría de dólares se agrava por el esquema de bandas cambiarias implementado por el equipo económico, que restringió drásticamente el poder de intervención del BCRA en el Mercado Libre de Cambios (MLC).
No obstante las liquidaciones récord del sector agroexportador durante el mes de junio, la demanda de dólares se mantuvo firme e incluso superó la oferta en las últimas semanas, impulsando una escalada en el tipo de cambio oficial.
Esta dinámica clausuró, de facto, la posibilidad de hacerse de dólares a través del MLC para muchos actores económicos, profundizando la preocupación por la estabilidad macroeconómica.
La combinación de reservas en caída, la restricción de la intervención cambiaria y la persistente demanda de divisas configura un escenario de alta vulnerabilidad para las finanzas argentinas, que exige atención urgente por parte de los responsables de conducir la agenda económica del gobierno de Javier Milei.