La decisión del Banco Central de endurecer el esquema de encajes obligatorios volvió a sacudir al sistema financiero. En pocos días, las tasas que los bancos ofrecen por plazos fijos treparon del 43 al 51,3% promedio, con picos que superan el 58% en entidades privadas.
El encarecimiento del fondeo impacta de lleno en el crédito. Los bancos admiten que los préstamos hipotecarios y prendarios prácticamente se frenaron, mientras que en el consumo se analiza cada operación con extrema cautela por temor a un aumento de la morosidad.
En los depósitos corporativos, la competencia se volvió más agresiva: una entidad de primera línea reconoció haber tomado un plazo fijo por mil millones de pesos al 60% para retener al cliente.
En este contexto, el Gobierno apuesta a que la próxima licitación de bonos del Tesoro funcione como válvula de escape. Los títulos con duración mayor a 60 días podrán usarse para integrar encajes, lo que podría redirigir parte de la liquidez hacia el financiamiento estatal.
Con el mercado tensionado y la inflación todavía alta, la estrategia oficial privilegia frenar la emisión y evitar un salto en el dólar, aunque el costo inmediato sea un nuevo enfriamiento de la actividad económica.





































