Un revés de consecuencias potencialmente significativas, sacude sin piedad el desarrollo energético argentino. La construcción de una planta compresora vital para la operatividad del gasoducto de Vaca Muerta se encuentra paralizada luego de que la Unión Transitoria de Empresas (UTE) a cargo de la obra decidiera abandonar el proyecto por falta de pago.
La decisión, calificada como un “tiro en el pie”, pone en jaque los planes de autoabastecimiento y exportación de gas, pilares fundamentales para la economía nacional.
La UTE, integrada por Contrera Hermanos y Eusuco, acusa directamente al gobierno de Javier Milei, a través de la empresa estatal Enarsa, de interrumpir los giros correspondientes a los avances de obra desde el mes de febrero.
Esta falta de cumplimiento contractual, que ya acumula casi tres meses, llevó a la paralización de los trabajos en la planta.
La constructora también denuncia la inacción de Enarsa para asumir la responsabilidad de abonar sobrecostos generados por imprevistos surgidos durante la ejecución del proyecto.
A esta situación se suma la falta de elaboración de la documentación técnica necesaria para poder concluir la planta compresora, un requisito indispensable para avanzar en las etapas finales de la obra.
La detención de esta obra estratégica representa un duro golpe para el futuro energético de Argentina.
El gasoducto de Vaca Muerta, un proyecto considerado prioritario, es fundamental para transportar el gas extraído de la prolífica cuenca neuquina hacia los centros de consumo y, crucialmente, hacia los mercados internacionales.
Su puesta en funcionamiento permitiría al país reducir drásticamente la dependencia de las costosas importaciones de Gas Natural Licuado (GNL), que consumen valiosas reservas de dólares.
Asimismo, el gasoducto se erige como un eslabón clave para potenciar la industria nacional, proveyendo un recurso energético abundante y competitivo.
El casi abandono del proyecto por parte del gobierno libertario, genera interrogantes sobre la visión estratégica en materia energética.
La paralización de una obra de esta magnitud no solo implica un retraso en los planes de autoabastecimiento y exportación, sino que también arroja dudas sobre la continuidad de otros proyectos de infraestructura energética considerados cruciales para el desarrollo del país.



































