Desde ya el paro se sintió en cierta manera, de hecho no fueron pocos los jujeños que experimentaron dificultades para trasladarse, pagando un precio exorbitante y ofrendando un esfuerzo descomunal.
En cambio, las áreas industriales privadas del país sí tienen para lamentar, producto de un ausentismo total de sus trabajadores y la consecuente paralización. Allí la pérdida fue cuantiosa: 560 millones de dólares aproximadamente.
El paro político volvió a dejar en claro que los que adhirieron a la medida de fuerza nacional no lo hicieron por las banderas demagógicamente enarboladas por la CGT y menos aún por sus dirigentes devenidos a potentados, hoy contundentemente rechazada por la sociedad. Los sindicalistas apoderados de la central obrera, no representan a nadie.
Por otra parte, el gobierno libertario debería escuchar y tomar nota del legítimo reclamo del sector Pyme, la clase media, los jubilados y los jóvenes que demandan educación y un futuro mejor, equilibrando la carga de su ajuste brutal.




































