La gestión del presidente Javier Milei, autoproclamada defensora de la “motosierra” para el recorte del gasto público, parece no dar tregua tampoco a la “lapicera” a la hora de contraer nueva deuda.
Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) emite advertencias sobre la delicada situación económica del país, el gobierno nacional concretó un nuevo préstamo millonario, generando un debate sobre la sostenibilidad de la política económica actual.
Un reciente informe del FMI puso el foco en la vulnerabilidad de las finanzas argentinas, señalando que las Reservas Internacionales Netas del Banco Central de la República Argentina “se mantienen críticamente bajas”.
Esta preocupante situación es un indicador clave de la capacidad del país para hacer frente a sus compromisos externos y absorber shocks económicos.
Asimismo, el organismo multilateral observa que el nivel del Riesgo País “se mantiene elevado”. Este indicador, que mide la sobretasa que Argentina debe pagar para financiarse en los mercados internacionales en comparación con Estados Unidos, refleja la percepción de los inversores sobre la solvencia y estabilidad económica de Argentina. Un Riesgo País alto implica un acceso más caro y limitado al financiamiento externo.
En este contexto de fragilidad económica, la administración de Milei formalizó un nuevo endeudamiento. Se trata de un préstamo de 230 millones de dólares otorgado por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).
Estos recursos, que serán administrados por el Ministerio de Capital Humano, estarán destinados al programa “Fomentar Mejores Empleos”, una iniciativa que busca brindar capacitación laboral a jóvenes, mujeres y personas desempleadas, con un especial énfasis en los sectores más vulnerables de la sociedad.
La noticia del nuevo endeudamiento, contrasta con el discurso oficial de austeridad y reducción del gasto público. La la motosierra para el recorte y el ajuste y la lapicera para seguir firmando deudas, es una paradoja que observan muchos analistas ante un gobierno que pregona la contención del gasto pero que, a la vez, recurre a préstamos externos en un escenario de reservas escasas y alto riesgo.
Argentina se encuentra, una vez más, ante el desafío de equilibrar la necesidad de financiamiento para programas sociales y productivos con la urgencia de fortalecer sus reservas y reducir su exposición al endeudamiento. La lupa del FMI y los mercados financieros seguirán de cerca cada movimiento, en un país donde la volatilidad económica es una constante y las decisiones actuales moldearán el futuro financiero de las próximas generaciones.





































