El sector agropecuario argentino vuelve a encender las alarmas ante la inminente suba de las alícuotas para las exportaciones de soja y maíz y sus derivados.
Es una medida considerada confiscatoria y podría desatar una fuerte retracción en el ingreso de agrodólares, en un momento clave donde más de la mitad de la cosecha gruesa aún se encuentra sin liquidar.
La decisión representa un giro brusco en la política económica del actual gobierno hacia el sector, luego de haber intentado en sus inicios reducir la presión impositiva sobre las exportaciones.
La vuelta de retenciones más elevadas para los principales granos generaría un impacto directo en la rentabilidad de los productores, desincentivando la venta del producto acopiado y, consecuentemente, frenando el ingreso de divisas que tanto necesita la economía nacional.
Mientras la soja y el maíz enfrentan un panorama de mayor presión fiscal, el gobierno de Milei oficializó la prórroga de las retenciones reducidas para la cebada y el trigo.
Esta medida, que beneficia a dos cultivos cuya siembra se encuentra en pleno desarrollo y se cosechan hacia fin de año, busca evidentemente incentivar su producción y exportación en el corto y mediano plazo.
Sin embargo, el acceso a la alícuota menor del 9,5% para trigo y cebada no es incondicional.
Los exportadores deberán cumplir con una estricta condición: liquidar al menos el 90% de las divisas obtenidas en un plazo máximo de 30 días hábiles desde la realización de la Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE) correspondiente. Esta exigencia busca asegurar un rápido ingreso de dólares al Banco Central, aunque genera interrogantes sobre la capacidad de los exportadores para cumplir con tan ajustados plazos en un contexto de volatilidad económica.
La disparidad en el tratamiento fiscal entre los diferentes cultivos, dio paso a un creciente malestar en el sector, que percibe una doble vara por parte de las autoridades. Mientras se exige celeridad y se otorgan beneficios a algunos cultivos, los que representan el mayor volumen de exportaciones y divisas, como la soja y el maíz, son castigados con un aumento de las retenciones.



































