En una Argentina donde la inflación no da tregua y millones de familias luchan a diario para llegar a fin de mes, los senadores nacionales se aumentarán sus sueldos a más de $10,2 millones en bruto a partir de noviembre.
Este incremento, que eleva aún más la brecha entre la clase política y la realidad económica de la mayoría de los ciudadanos, surge de un sistema de aumento salarial que ha sido objeto de críticas desde su implementación.
El acuerdo para este nuevo aumento se gestó a través de la paritaria de los trabajadores del Congreso. Sin embargo, en abril de 2024, en una sesión, senadores de oficialismo y oposición acordaron un nuevo sistema para sus dietas, a partir del cual el sueldo de un senador se compone de 4.000 módulos en total: 2.500 módulos base, 1.000 por gastos de representación y 500 por desarraigo.
Este sistema, que vincula sus ingresos a los de los empleados del Congreso, les permitió justificar aumentos automáticos con cada actualización salarial del personal legislativo.
El camino hacia los $10,2 millones en bruto se pavimentó con los acuerdos paritarios de los últimos meses. La vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel, firmó en junio la resolución que actualizó las dietas a más de $9,5 millones.
Ahora, con el nuevo acuerdo para septiembre, octubre y noviembre, que incluye un aumento acumulado de 7,52% y un bono remunerativo de $20.000, el valor del módulo sube a 2.554.
Al multiplicar este valor por los 4.000 módulos que componen sus dietas, se llega al nuevo sueldo de más de $10,2 millones en bruto.
Si bien a esta cifra se le aplicarán descuentos, como el Impuesto a las Ganancias, el monto final que recibirán en mano a principios de diciembre sigue siendo exorbitante en comparación con el ingreso promedio de un trabajador argentino.