Dentro de las obras de mitigación y protección hídrica en márgenes del Río Grande, a la altura del puente San Martín de la capital jujeña, destaca una importante figura: el gasoducto Atacama, el cual impide utilizar el ancho del río, obligando a los trabajadores a buscar alternativas para mitigar el impacto de las crecidas.
La presencia de este gasoducto conlleva riesgos importantes para la integridad de las personas que viven cerca de la zona, ya que un movimiento en falso puede derivar en un trágico desenlace.
Al ser una infraestructura crítica para el transporte de gas natural, puede explotar o incendiares por fugas, corrosión o daños físicos.
Asimismo, las fugas de gas pueden liberar gases tóxicos como el metano, el propano y el butano, que pueden generar problemas respiratorios, dolores de cabeza y otros síntomas de salud.
En este marco, es fundamental la implementación de medidas de mitigación y la adopción de prácticas de seguridad y mantenimiento adecuadas, con el fin de reducir los riesgos asociados a los gasoductos.