Hasta el 31 de agosto, el uso de barbijos es obligatorio en guardias de hospitales y clínicas públicas y privadas de Chile.
La medida fue tomada por el Ministerio de Salud del vecino país, frente al preocupante aumento de casos respiratorios, producto de la circulación de influenza, rinovirus y COVID.
La disposición alcanza también a turistas, que deberán cumplir con la normativa sanitaria si ingresan a centros de salud o presentan síntomas durante su estadía.
En simultáneo, Bolivia transita un mortal brote de influenza A, sembrando una amplia preocupación en el norte argentino.
Es oportuno hacer referencia a la intensa actividad comercial, turística, social y sanitaria entre Jujuy, Salta y Bolivia, donde los contagios se multiplican por miles cada día y hay hasta ahora 8 fallecidos.
Mientras ello acontece en Chile y Bolivia, cómo es la situación en Argentina, donde la sombra de los recortes presupuestarios dispuestos por Javier Mile se cierne sobre el sistema de salud pública.
Una creciente ola de preocupación recorre el sistema de salud argentino ante un aumento sostenido de casos de enfermedades respiratorias en países vecinos. Hospitales y centros de atención primaria se ven cada vez más exigidos por la afluencia de pacientes con síntomas que van desde un simple resfrío hasta cuadros más complejos de bronquitis y neumonía. Esta situación se evidencia en un contexto marcado por significativos recortes presupuestarios en el sector de la salud pública, generando interrogantes sobre la capacidad del sistema para hacer frente a esta emergencia sanitaria.
Si bien el incremento de afecciones respiratorias es un fenómeno estacional, la persistencia y la magnitud del brote actual encendieron las alarmas entre profesionales de la salud y la población.
Informes de diversas provincias dan cuenta de un aumento considerable en las consultas y las internaciones, superando los registros de años anteriores para el mismo período.
La conexión entre estos recortes y la capacidad de respuesta ante el brote de enfermedades respiratorias es innegable: Disminución en la capacidad de diagnóstico. La falta de reactivos y equipos puede retrasar la identificación de los patógenos circulantes, dificultando la implementación de estrategias de control efectivas.
Menor acceso a tratamientos. La escasez de medicamentos específicos para enfermedades respiratorias puede prolongar la duración de las infecciones y aumentar el riesgo de complicaciones.
Sobrecarga del sistema de atención primaria. Ante la falta de recursos en los hospitales, los centros de atención primaria se ven desbordados, dificultando la atención de otras patologías y la implementación de medidas preventivas a nivel comunitario.
Impacto en la vacunación. Los recortes podrían haber afectado la disponibilidad de vacunas clave para prevenir algunas enfermedades respiratorias, dejando a una porción de la población más susceptible a contraerlas.





































